Deja que la ciudad se caiga
los bloques se funden en un coito
de hormigón depilado
y la savia de los árboles de las aceras
es tinta para nuestras palabras,
oh hombre
deja que la rueda de los neumáticos
nos acaricien las espaldas
descansa sobre el asfalto
líbrate del parpadeo eterno
permite el escape letal de las lágrimas
que se enredan en las pestañas como lo hacen
las líneas blancas discontinuas
de la carretera continua
déjate caer con la ciudad mientras duermes
y te imaginas salvaje
o déjate caer mientras escribes
con la savia de un árbol de las aceras:
"sólo existo en la palabra
escrita."
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Me quedo con el remate final del poema que trae a la memoria algo tan elemental:
ResponderEliminar"sólo existo en la palabra
escrita."
Saludos.
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