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A las cuatro de la tarde se extendieron los toldos por toda la costa
y los paralelismos de rayas verdes-blancas deshicieron de un plumazo
cualquier duda sobre la identidad andaluza del trozo de mapa.
Porque por una parte habría que empezar,
por una parte del indomable mundillo...
A las dos de la madrugada los bares de copas cargados y
los moteles empezando su racha de ristras de tandas de carne sin amor.
Mientras, la vida pasando, y en alguna cama más amor que carne.

Nunca supo cuál era la carne y cuál es pescado. Qué más daba,
las seis de la mañana y aún despierto con el miedo en los puños y
el ceño como un precipicio.

Mientras, la vida pasando,
de cuatro de la tarde a dos de la madrugada a seis de la mañana,
el tiempo a la fuga, recuerdos vacíos y
la chincheta (certeza) clavada en sus neuronas:
cómo perdemos la vida, cómo ganamos la muerte.