Der Panther

Mientras avanza dibujando una y otra vez
con sus pisadas círculos estrechos,
el movimiento de sus patas hábiles y suaves
va mostrando una rotunda danza,
en torno a un centro en el que sigue alerta
una imponente voluntad.
RILKE


27 de mayo de 2010

La vie bohème

El calor entra por la ventana y se apodera de mis ojos, de mi pecho y de mi barbilla. Me entra de todo por las orejas: portazos, refranes, Danubio azul, lubricante, electrones, anestesia, Yann Tiersen, folios. Folios y folios garabateados que dicen todo lo que debo y no debo ser. Se han convertido en mi tela de araña.

A veces suelto los bolígrafos, esos que se roban en las clases o en cualquier oficina que te toque visitar. Otras veces me coloco uno entre la nariz y el labio superior, un bigote bic, pongo morritos y cierro los ojos mientras payaseo para mi alma. Porque a veces hay que payasear para el alma. Que no es bueno que se acelere el corazón olvidado, de tanta espera. Porque te veo llegar a mis pupilas de puntillas, como una reminiscencia, como si ya te hubiera vivido. Estás en la Alameda, en la chupitería, en los pubs, en la sombra del tercer árbol empezando por la derecha si bajas por la segunda escalera al río... Estás en todas partes desde siempre, pero cosas de estar en las nubes, o pertenecer a las nubes, en realidad nunca te veo. Ahora es más difícil verte, con el sol que hace, que me anula la vista. Algunas noches en las que comienzo a elaborar una tesis mental guiada por la cerveza, pienso en ti. Como si de pronto fueras a aparecer y quedarte, sin miedos ni brujerías. Es mucho pedir y mi estómago lo comprende. Vuelvo a mis folios, mi Danubio azul, la anestesia o Yann Tiersen y duermo en mis telarañas. Qué triste me pongo cuando comprendo que las arañas nunca seremos mariposas.

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