la vie, qui vient et se trompe

No sé, lo tuyo siempre fue como un apagón nacional, como si de golpe al llegar todas las luces de las calles, los escaparates, las ventanas, el metro, incluso los semáforos, desaparecieran. Y qué iba a hacer yo, seguir coleccionando algunos versos o besos y mirarte de vez en cuando, esperando atenta que tus pasos firmes pero a veces despistados fueran anegando la habitación. Porque tú ni miradas, ni teléfonos, ni buzón con cartas, ni un e-mail.

Tú ahí, dentro de tu nueva vida muriéndote porque todo siguiese igual, porque te gusta, o a veces en silencio rumiando que no, que me echas un poquito de menos, que era inevitable que nuestras locuras momentáneas te volaran la cabeza, que los flash backs no son sólo para los libros. Y claro, lo mismo coges la guitarra, arrancas cuerdas viejas, pones cuerdas nuevas y te pones a tocar. Pero será la costumbre, serán tus dedos que han perdido fuerza, será la poca elasticidad de las nuevas. Con ellas te duele tocar y miras la papelera, serio, como si la vida se te fuera en ello, clavas los ojos en las cuerdas viejas, allí donde las tiraste. Pero tú ni miradas, ni cara a cara, ni teléfono, ni buzón ni cartas, ni siquiera un e-mail. El tiempo corre, y te entra miedo y tus ganas de mi vida son como un apagón mundial, vienes y tocas suavito a la puerta, después de haber recuperado las cuerdas viejas, y ya sí hay miradas y cara a cara. El único peligro es que haya ombligo con ombligo. Yo te analizo en la puerta y probablemente tú me lloras, sin guitarra y sin putas cuerdas que sean metáfora de nada. Así que yo sigo coleccionando algunos versos y besos pero no pasa nada, te abrazo, te digo que tenía tantas ganas de que tus pasos envolvieran mis oídos, te aprieto y te invito a volver para siempre.

Pero no sé, porque lo tuyo siempre fue como un apagón...