Las irrespirables oscuridades
por las que retozamos
son la exhumación de otro secreto,
de otra ausencia,
de otra cálida opacidad.
Ojo
los dioses intentan
un apretón de manos.
Nos crujen las costillas
en nuestras brechas,
más lejos,
y la superficie siempre es simple,
y el lamento siempre radical,
y nuestra sangre siempre blanca.
Los signos acabarán conmigo
como contigo acabará la imagen,
pero ya sabíamos las secuelas
de tragarnos un espejo
y volvernos
descarnadamente
transparentes.
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me encanta
ResponderEliminarAmo toda transparencia que nos desaparece.
ResponderEliminarBesos :)
Ésta es de las transparencias que no nos desaparece. Nos hace tan obvios que somos inasumibles. Muchas gracias por vuestros arañazos.
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