Der Panther

Mientras avanza dibujando una y otra vez
con sus pisadas círculos estrechos,
el movimiento de sus patas hábiles y suaves
va mostrando una rotunda danza,
en torno a un centro en el que sigue alerta
una imponente voluntad.
RILKE


18 de diciembre de 2009

Absoluteces


Eres tan metafísico y tan absoluto, que cuando te veo me entran ganas de llorar. Para no perder el control pongo dos dedos en mi cuello y siento el ir y venir de mi sangre, una y otra vez, hasta que se relaja su velocidad, se relajan mis hombros y mis muslos. Te veo y es como mirar la verdad a la cara, verle unos ojos negros y una boca tan determinante y llena, que podría escribirte sobre ella en todas las paredes de este cuarto. El amor se reduce a nada cuando saco a la luz alguna idea alocada de Niezsche y te ríes, y llevas la contraria de la mejor manera posible sólo por hacer que me irrite y se me suban los colores. Eres tan metafísico y tan absoluto, tan terso y tan irrevocable que el alma no me cabe en las manos, sólo quiero que la sostengas conmigo. Pero eres tan lejano y tan idiota que nunca vuelves por aquí, y así sueño a veces que te sigo esperando, con el alma en la mano y el suelo en los pies o los pies en el suelo frío, para que cale mis sentidos y me recuerde que hace años que tu cuerpo no me echa de menos. Qué raro, fuimos tan tristes. Sí, tristes, tristes pero en la mejor compañía. Lo mismo madrugábamos para llegar pronto al Cuatro Gatos y pedíamos chocolate y churros, desayunábamos en silencio como un ritual extraño hasta que rebañábamos el último resto de cacao. Lo mismo dejábamos que el sol recorriese todo el cielo y seguíamos en la cama, a ratos hablando y hablando hasta quemar toda nuestra vida en palabras, a ratos una mano entre dos piernas y otra en la mitad de la columna vertebral. Para qué están los amigos.

¿A eso se reducía todo? A vernos pasar el tiempo por la cara… ¿A eso, y luego irnos? Nunca le perdí tanto la pista a algo. Cómo escuece, cómo pica, cómo pincha sentarme a pensarte. Pintarme la piel con frases tuyas, decorarme de tu esencia y luego meterme en la ducha y llegar a enrojecerme la piel con la esponja. A veces me alegra pensar que tú también tienes mis huellas. No creo que ellas sepan hablarte como yo lo hacía. No creo que puedan llegar a mi altura, no creo que sepan cómo arrullarte ni dónde hay que poner la yema del dedo corazón para que te entre el vicio. No me creo que las beses como me comías a mí la cara, no creo que te hagan soltar carcajadas en medio del museo como hacía yo, no creo que se hicieran las enfermas en medio de una fiesta por tal de reclamar tu atención de puro aburrimiento. Esa manía mía de demostrarte la necesidad de sentirte cerca te llenaba. Tú y yo escuchando a la gente estúpida que nos rodeaba contando tonterías sobre insipideces del mundo, tú mirando mis tobillos y yo tu cuello, y de golpe desvanecerme en un desmayo y huir del mundo y encerrarnos en su final y reírnos de la victoria. No puedo entender qué haces lejos de mí. Y tanto tiempo. ¿Dónde encuentras tu esencia, si ésa era yo? ¿A quién miras con la chispa de la incredulidad? Sí, mejores tetas, más labios, ojos azules… Esas cosas que abundan y que te llenan durante el polvo. Pero dónde estoy yo.

Mordiéndome las uñas mientras otro se mueve encima. Es asqueroso, no lo de morderse las uñas. Es repulsivos verlos perder el control y gimotear, echarlos de casa con el peor buenos días del mundo. A esos no les escribo cada mañana una frase de Cortázar en el espejo del cuarto de baño. Me duran más las barras de labios por eso. No los siento temblar contra mí como luna en el agua. No saben cuando les muerdo. No saben ni a sal, ni a azúcar, nada, cero. No saben a incendios, no saben a huracanes, ni a vida, ni a tierra, ni a oxígeno, ni a buenas mentiras. No saben, ni tampoco lo saben. Y mientras te escribo (sólo para releerlo yo mañana, y quemar los papeles), qué estarás haciendo. Dios, no puedo quitarme tu sabor de la boca. No puedo dejar de imaginarte en otros mundos peores que el mío. Me duele tanto pensar en el sexo. Es terrible verte en todas las películas y sentir grande el sofá. Te quiero de vuelta ya. Que si no, me pongo a pegar gritos. Y lo digo en serio. Metafísico, absoluto.

1 comentario:

  1. He sentido la sensación de lo lejano ...
    Recuerda que... el pasado siempre vuelve.
    Me ha encantado el texto, hay varios aspectos con los que me identifico.
    No te preocupes, todo pasa .
    (:



    Gloria.

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