15 de enero de 2010
Hilos
Había algo entre tu dedo índice y mi cuello, un constante impulso magnético que nos recordaba por qué teníamos que estar siempre cerca, incumpliendo todas las leyes de alejamiento que se nos pudiesen imponer. Nos importaba una mierda el resto del mundo, éramos egoístas, decíamos bobadas. Bobadas como "sabes a nitroglicerina", "me llenas de pólvora los oídos", "te necesito más que a la insulina", "Dios es un idiota que nunca ha hecho el amor". Teníamos tanta razón. Tanta, tanta, que entre noche y noche no parábamos de reír, llenar y vaciar los pulmones con avaricia una y otra vez. Había algo entre tu dedo índice y mi cuello, sí. Y entre tu índice y mi vientre. Entre tu índice y mis pechos. Entre tu índice y mis misterios, entre tu agudeza y mi ingenio. Entre tu abstrusa y mi metafísica. Divagar, divagarnos y borrarnos para siempre entrelazados, encajar y saber estallar con precisión. Controlar el caos a base de forzar la vista, porque de eso se trataba. Tú y yo creando el cielo y la tierra, la tormenta y la perdición. Poniéndonos a prueba, sin vomitar el karma. Había algo...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ardiente e intensamente perfecto, señorita.
ResponderEliminar(: